Hay más de 3.250 periodistas acreditados, más de 2.300 para la cita catalana
Montilla y hereu visitan el Centro de Prensa sin realizar declaraciones
Minimizan el extravío de documentos sobre la seguridad del Papa
Una cola inacabable, caos y confusión a la hora de recoger las acreditaciones de prensa y representantes de las administraciones que se pasean, saludan y sonríen sin intención de hablar ante los medios de comunicación. Esas son las primeras huellas -amén de la protesta de ayer- que deja la visita de Benedicto XVI a Barcelona.
Sea por el enorme despliegue necesario, sea por ser el primer día de actividad real en torno al viaje del Pontífice, lo cierto es que el ambiente en el Centro de Prensa, preparado con todo lo necesario para facilitar el trabajo de más de 2.300 periodistas -3.250 entre Santiago y Barcelona- ha sido lo más parecido a la confusión.
Convocados a partir de las 9.00 de la mañana para recoger sus acreditaciones, los representantes de la prensa no han podido empezar a palparlas hasta pasadas las 11.00. Una sensación que no todos los profesionales han podido disfrutar, ya que algunas de las tarjetas que permitirán cubrir los actos previstos no estaban preparadas. "Llegarán", aseguran los responsables del sistema.
El número de personas destinadas a distribuir las acreditaciones, unas 15, además, parecía ser insuficiente ante los centenares de personas que a lo largo del día pasarán a recoger su pase oficial. Eso sí, mientras el equipo de prensa buscaba las tarjetas al ritmo de una sosegadora música litúrgica, simpáticas voluntarias sonreían como autómatas al personal en un intento por calmar la impaciencia reinante.
Lo que no ha fallado en el Centro Internacional de Prensa, situado en el Museu Marítim, es la seguridad. Un enorme despliegue de agentes de la Policía Nacional y Mossos d'Esquadra ha garantizado la tranquilidad del presidente de la Generalitat, José Montilla; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu; el delegado del Gobierno, Joan Rangel y el presidente de la Diputación de Barcelona, Antoni Fogué. Todos ellos han acudido en visita oficial al Centro de Prensa para saber desde dónde se explicará a una audiencia prevista de 150 millones de personas el minuto a minuto del itinerario del Sumo Pontífice.
A la tranquilidad de los representantes políticos ha contribuido, también, el hecho de que no hayan hecho ninguna declaración ante el enjambre de medios de comunicación que les seguían.
El único que se ha visto obligado a hablar ante la prensa ha sido Joan Rangel, cuestionado sobre el hallazgo en plena calle de documentos con datos del dispositivo de seguridad en torno a la vista del Papa, incluyendo nombres y teléfonos de responsables policiales.
A la espera de que la situación se calme en el centro instalado en el Passeig de Drassanes, todo parece ya dispuesto para una visita que, desde ya, va a centrar toda la atención informativa.
Extraído de El Mundo (Javier Oms)
Una cola inacabable, caos y confusión a la hora de recoger las acreditaciones de prensa y representantes de las administraciones que se pasean, saludan y sonríen sin intención de hablar ante los medios de comunicación. Esas son las primeras huellas -amén de la protesta de ayer- que deja la visita de Benedicto XVI a Barcelona.
Sea por el enorme despliegue necesario, sea por ser el primer día de actividad real en torno al viaje del Pontífice, lo cierto es que el ambiente en el Centro de Prensa, preparado con todo lo necesario para facilitar el trabajo de más de 2.300 periodistas -3.250 entre Santiago y Barcelona- ha sido lo más parecido a la confusión.
Convocados a partir de las 9.00 de la mañana para recoger sus acreditaciones, los representantes de la prensa no han podido empezar a palparlas hasta pasadas las 11.00. Una sensación que no todos los profesionales han podido disfrutar, ya que algunas de las tarjetas que permitirán cubrir los actos previstos no estaban preparadas. "Llegarán", aseguran los responsables del sistema.
El número de personas destinadas a distribuir las acreditaciones, unas 15, además, parecía ser insuficiente ante los centenares de personas que a lo largo del día pasarán a recoger su pase oficial. Eso sí, mientras el equipo de prensa buscaba las tarjetas al ritmo de una sosegadora música litúrgica, simpáticas voluntarias sonreían como autómatas al personal en un intento por calmar la impaciencia reinante.
Lo que no ha fallado en el Centro Internacional de Prensa, situado en el Museu Marítim, es la seguridad. Un enorme despliegue de agentes de la Policía Nacional y Mossos d'Esquadra ha garantizado la tranquilidad del presidente de la Generalitat, José Montilla; el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu; el delegado del Gobierno, Joan Rangel y el presidente de la Diputación de Barcelona, Antoni Fogué. Todos ellos han acudido en visita oficial al Centro de Prensa para saber desde dónde se explicará a una audiencia prevista de 150 millones de personas el minuto a minuto del itinerario del Sumo Pontífice.
A la tranquilidad de los representantes políticos ha contribuido, también, el hecho de que no hayan hecho ninguna declaración ante el enjambre de medios de comunicación que les seguían.
El único que se ha visto obligado a hablar ante la prensa ha sido Joan Rangel, cuestionado sobre el hallazgo en plena calle de documentos con datos del dispositivo de seguridad en torno a la vista del Papa, incluyendo nombres y teléfonos de responsables policiales.
A la espera de que la situación se calme en el centro instalado en el Passeig de Drassanes, todo parece ya dispuesto para una visita que, desde ya, va a centrar toda la atención informativa.
Extraído de El Mundo (Javier Oms)
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