Medio Beirut anda intrigado estos días por un fenómeno completamente anónimo que se extiende como la pólvora en las calles de la ciudad.
En los baños de las cafeterías, carteles con mensajes casi filosóficos enturbian el momento del desahogo físico. "¿Quién intentas ser?", interroga uno. "Eres una copia de una copia de una copia", responde el siguiente. En las librerías, los consumidores se ven azorados por otra sentencia. "Lee pero no copies".
En los cines, algunos aficionados a la gran pantalla se han visto sorprendidos por los siguientes mensajes: "Lo que ves no es lo que tienes", "No adoptes ídolos, coge inspiración" o "Mira, pero no copies". En las mesas de algunos restaurantes, los consabidos protectores de papel han sido sustituidos por un mantel con mensaje. "¿Eres lo que comes o lo que vistes?". Y En algunas de las calles más céntricas, el paseo del viandante se ve sobresaltado por una silueta dibujada en la acera, como si el lugar hubiera sido escenario de un crimen: solo que el finado parece haber sido víctima de la moda.
La única firma de esta campaña, iammyself.me (soyyomismo.yo), da pistas sobre el trasfondo de esta ingente maquinaria de publicidad, que parece destinada precisamente a lo contrario de lo que haría cualquier marca: denunciar la dependencia hacia la moda y el culto al físico de los libaneses, una tendencia que ha unificado la estética de los ciudadanos del país y que enriquece a las grandes firmas de la moda, bien consolidadas en el país del Cedro.
Original o de imitación, los libaneses enloquecen con cinturones, bolsos, gafas de sol o zapatos de las firmas más caras. El culto al cuerpo está simbolizado por el ingente número de gimnasios que salpican los barrios del país. La cirugía estética —"esa forma de terrorismo contra nuestros propios cuerpos", denuncia Joumana Haddad, directora de la revista 'Jasad', la primera del mundo árabe destinada a apreciar el cuerpo más allá de los estereotipos impuestos por la moda— está a la orden del día entre ellas y ellos.
Las tendencias en peinados, ropa y complementos son tan seguidas por los libaneses —sean de la secta religiosa que sean— que da la impresión, sobre todo en los bares y locales de moda, de estar frecuentados por copias de sí mismos. Y esa parece ser la denuncia de iammyself.me, a juzgar por mensajes como "El hombre hace la ropa, pero la ropa también hace al hombre", o el que aparece en un contenedor de palomitas de los afectados por la campaña: "Comparte esto pero no compartas tu guardarropa". Basta ya de renunciar al estilo propio para ser absorbido por la industria global de la moda, parece añadir.
En el manifiesto recogido en su página web —donde no hay posibilidad de contactar con la compañía ni se aporta ninguna pista sobre la misma— se incide en la necesidad de conservar el estilo propio y alejarse de la estética impuesta por las grandes marcas como única vía para mantener (y defender) la identidad individual, un concepto difuso en un país donde los ciudadanos tienden a buscar grupos —familia, tribu, clan, secta, partido político...— con los que identificarse.
Para propagar el mensaje, el misterioso —y potentado, a juzgar por lo vasto de la campaña— responsable se sirve de chicas vestidas de negro, peinadas y maquilladas como si fueran clónicas, que se pasean por los puntos neurálgicos de la capital libanesa —donde tienen presencia las más afamadas marcas— repartiendo avisos: "Sé tu mismo". Han sido vistas descendiendo, siempre en grupo, de un microbús completamente negro, sin señales distintivas, en lo que parece un siniestro aviso: la moda está acabando con las identidades propias y corremos el riesgo de convertirnos en un ejército de copias. Pero, ¿es ese el sentido de la campaña, o en realidad venden algo como... moda? Seguiremos informando.
El Mundo (Mónica G. Prieto)
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