viernes, 25 de mayo de 2007

RSC: Del compromiso voluntario a la práctica empresarial habitual

La necesidad internacional de una legislación política real

La fase inicial de aplicación en la que todavía se encuentra la RSC, tanto a nivel nacional como internacional, hace que aún sean muchas las dudas y cuestiones ambiguas que sobrevuelan este campo empresarial. Muchos son los que aseguran que, como nuevo sistema de gestión, no es una moda pasajera. Otros subordinan estas acciones a la actividad empresarial económica. Pero la verdad es que cada vez son más las voces que piden a Gobierno e instituciones públicas cubrir el vacío legal en el que se mueve.

El carácter voluntario de estos proyectos socialmente responsables hace que los mandatarios de distintos países hayan dejado apartada hasta ahora la regulación legal de la RSC. Pero para dar fiabilidad real a estas acciones y asegurar la transparencia de gestión de las empresas a nivel mundial, Amnistía Internacional acaba de pedir a la ONU que elabore unas normas internacionales y desarrolle una serie de mecanismos que permitan comprobar la eficacia y garantía de las cuentas publicadas por las empresas. Hasta ahora, el Pacto Mundial de Naciones Unidas, iniciado en 1999 por Kofi Annan, se limitaba a enmarcar y hacer cumplir el compromiso ético de los más de 3.000 asociados de acuerdo a la declaración de Derechos Humanos. Pero tanto ONGs como asociaciones piden a gritos caminos más estables y fiables de crecimiento.

Lanzado el guante, partidos políticos y gobiernos comienzan a tomar conciencia de su papel institucional, imprescindible no sólo en las medidas corporativas de la empresa (relativas a la conciliación de la vida laboral y familiar, y políticas internas similares) sino también en las acciones sociales y proyectos para la protección del Entorno. Por este motivo, ya se empiezan a desarrollar proyectos políticos dirigidos a tal fin. Así, el grupo socialista español en el Senado defenderá el próximo 29 de mayo la creación de un Consejo de Responsabilidad Empresarial que mantenga el diálogo multilateral, impulse su promoción y proponga al propio Gobierno acciones que favorezcan su fomento en la totalidad de las empresas. En definitiva, que diseñe un nuevo marco general que incluya la RSC en su situación actual.

Dentro del ámbito empresarial, cada vez son más las compañías que incluyen estas medidas socio-medioambientales en sus estrategias corporativas, a pesar de que aún existen lagunas y metas lejanas de conseguir. Ejemplo de esto es la reciente denuncia por parte de la ONG Greenpeace acerca de la partida económica de millón y medio de euros destinados en 2006 por la estadounidense ExxonMobil para negar el cambio climático y financiar estudios afines a la petrolera que desmintieran los datos científicos existentes. Por casos como estos, las escasas nociones de RSC que llegan al consumidor pueden ser entendidas como una publicidad fácil y autopromoción. Para evitar esto, ciertas empresas en el 'bando contrario' optan por no dar promoción a sus acciones socio-medioambientales. De una forma o de otra, quizá sea la transparencia informativa una de las actividades económicas de las empresas más difíciles de conseguir y una de las más importantes para que la responsabilidad corporativa sea efectiva.

Quizá la cada vez más amplia cobertura de noticias de RSC en medios de comunicación, especialmente en prensa, consiga objetivos contrarios a los deseados. Este es el punto de vista que defienden entidades como la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (AJE), que entienden que una imagen tan estereotipada como al que actualmente se tiene de la RSC puede intimidar y tirar por tierra las escasas iniciativas de jóvenes empresarios. Con el ideal de que las empresas tienen que hacer negocio como responsabilidad social y no de ella, aseguran que actitudes como el buen clima laboral debe entenderse sólo como una parte más de la labor económica de la empresa en su objetivo por asegurar su existencia.

Ante tal variedad de opiniones y posturas, parece cada vez más evidente la necesidad de regular y estructurar este tipo de políticas para que, en lugar de ser un compromiso voluntario, pasen a formar parte inseparable de la realidad empresarial.


Extraído de PR Comunicación

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Glosario

  • Comunicación corporativa: Conjunto de formas de expresión que presenta una organización. Prácticamente todos los actos cotidianos del comportamiento de una empresa son en última instancia actos comunicativos.
  • Cultura corporativa: Conjunto de presunciones y valores compartidos por la mayoría de los miembros de la organización. Estos valores son al mismo tiempo elementos de integración interna y de construcción social de la identidad corporativa. También son un factor clave para la adaptación a las realidades existentes fuera de la organización.
  • Identidad visual: Conjunto de signos que traducen gráficamente la esencia corporativa. Estos elementos están regulados por un código combinatorio que determina la forma y los usos del logotipo, del símbolo, de los colores corporativos y del identificador.
  • Marketing: Conjunto de actividades que dirigen el flujo de bienes y servicios del productor al consumidor. (Gorostegui).
  • Reputación: Podríamos definir la reputación como el resultado de la estimación de los distintos públicos que tienen una relación con la empresa. (UCM)
  • Responsabilidad Social Empresarial: El Conjunto de obligaciones y compromisos, legales y éticos que se derivan de los impactos que la actividad de las organizaciones producen en el ámbito social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos. (Universidad Antonio de Nebrija - Escuela de Negocios)