Los últimos en padecerla han sido Abercrombie & Fitch. Los ejecutivos de la prestigiosa firma de ropa pusieron el grito en el cielo al conocer que su marca estaba siendo expuesta día sí y día también en el popular reality show Jersey Shore, de la cadena musical MTV. Su protagonista, Mike Sorrentino, es fan de sus creaciones. Abercrombie no se lo pensó dos veces y ofreció pagarle al elenco del programa para que no utilizara sus productos en pantalla.
Pero la poca gracia que les hace a las firmas que se les relacione con personalidades del mundillo de la televisión es igual en todo el mundo. El caso de la boda de Belén Esteban en 2008 es difícil de olvidar. A pesar de que al final explicó que se trataba de una supuesta serie de mal entendidos, lo cierto es que Esteban tocó a las puertas de firmas como Rosa Clará, Victorio y Lucchino y Pronovias para que le confeccionaran su vestido de novia, y recibió la negativa de las tres. Una tras otra.
Que la mona sigue siendo mona por mucho que se vista de seda es prácticamente un axioma en el mundo del prestigio, el glamour o la elegancia. Pero también en el de la publicidad. Lejos de lo que se pueda pensar, no siempre la propaganda gratuita es un buen regalo para los anunciantes. Al contrario: hay veces en que puede convertirse en una maldición.
Los organismos públicos tampoco se libran de la mala fama. Un caso que hizo arder las redes sociales fue el del Ministerio de Sanidad, que en diciembre se disculpó en Twitter por patrocinar una gala de Gran Hermano: "Sanidad informa de que un error de una empresa publicitaria provocó que apareciera patrocinando Gran Hermano. La empresa asume su error y pide perdón". Su presentadora, Mercedes Milá, se tomó las disculpas como una ofensa: "Si en Sanidad no quieren saber nada de Gran Hermano, nosotros tampoco", dijo la semana siguiente. "No quiero nada de Leire Pajín [su titular]. Nada".
Pero el caso también puede invertirse. A la empresa Ashley Madison, que facilita la vida a quien mantiene relaciones extramatrimoniales, le está resultando duro publicitarse en España. Tras el escándalo que produjo el inmenso cartel que colgó en la Gran Vía el mes pasado -en el que sugería que el príncipe Carlos, el Rey y Bill Clinton deberían haber utilizado sus servicios-, la compañía fracasó al negociar con el Atlético de Madrid para aparecer como patrocinadora en sus camisetas.
Tras la negativa colchonera, el Sevilla y el Rayo Vallecano se ofrecieron como voluntarios para ser patrocinados. Ashley Madison eligió a los andaluces y se encuentran en proceso de negociación.
Lindsay Lohan no podía quedar fuera de esta lista. Famosa por sus escándalos, la actriz también tiene a sus seguidores acostumbrados a sus interminables intentos de dejar de fumar. Hace un par de años, de hecho, sus apariciones en público masticando un chicle de nicotina de la marca Ariva hicieron suponer a medio mundo que LiLo era la nueva portavoz de la empresa, que no tardó en aclarar el malentendido. "Ariva no ha pagado a Lindsay para que les dé su apoyo publicitario", se vio obligado a declarar el representante de la actriz. "Ella simplemente utiliza sus chicles para intentar abandonar el mal hábito de fumar".
¿Pero son estas reacciones de las empresas fruto del horror real al ver su marca desprestigiada o se trata de una estrategia publicitaria encubierta? Un abogado de Los Ángeles explica en el diario The New York Times que si a Abercrombie & Fitch realmente le hubiera molestado que su marca apareciera relacionada con Jersey Shore, podría haber exigido a MTV que pixelara sus creaciones cuando aparecieran, tal y como hacen muchas firmas en algunosrealities de poca monta emitidos por la cadena en Estados Unidos.
Lo cierto es que resulta bastante lógico: si ofreces dinero a unos participantes de un programa de televisión líder de audiencia cuando está acabando el verano, y tu marca es citada en medios de comunicación de todo el mundo, te aseguras publicidad gratuita durante la totalidad del inicio del año escolar. En Abercrombie lo niegan: "Esta asociación es contraria a la naturaleza de nuestra marca y puede resultar molesta para muchos de nuestros seguidores".
Pero puede que se equivoquen. El miércoles, al día siguiente de que Internet publicara la noticia de la suculenta oferta de la marca a Sorrentino y compañía para mantenerse alejados de sus creaciones, las ventas de Abercrombie & Fitch bajaron un 10%.
Extraído de El País (Cecilia Hertrampf)
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