La imagen vale más que las palabras.
Zapatero nunca se ha distinguido por hacer mucho caso a sus mayores. Si lo hubiera hecho nunca habría impulsado, por ejemplo, la aprobación del Estatuto catalán. Algunas veces incluso ha respondido: "el presidente soy yo", cuando le han preguntado por los consejos que le daba Felipe González.

Tampoco se puede decir que escuchara mucho a Pedro Solbes, el vicepresidente que confesaba que uno de sus problemas era ser 20 años más viejo que su jefe. Por eso la foto de La Moncloa es inédita. Aunque algo busca con ella el presidente porque no da puntada sin hilo.
Tal vez Zapatero, como los adolescentes, quiso tomar distancia de los padres y ahora, en la madurez de sus seis años en el poder, quiere regresar al seno familiar y reconciliarse con ellos. Ahí les tienen ustedes en el salón, cada uno mirando para un lado y sin saber cómo iniciar la conversación... después de tantos años separados.
Al hijo presidente se le ve contento de haber reunido a sus maestros, mientras que los veteranos posan tal cual son. Jacques Delors, el tío del exterior, sigue igual de envarado que cuando era presidente de la Comisión. Pedro Solbes, el abuelo de Heidi, aparece repantingado con la placidez del puesto de ex ministro que tantas veces envidió en otros.
Felipe González, el padre, a sus 67 años, ha vuelto a la pana y va de 'sport' porque al fin y al cabo está de regreso en su casa. Recién llegado del Caribe, con el moreno subido que resalta su pelo blanco, González tiene aspecto de jubilado de Miami y está como distraído.
La foto es un poco fría. La mesa blanca desnuda pide a gritos unos cafetitos y unas pastas para acompañar el regreso de los padres, para recibir sus consejos, al hogar familiar. Sobre todo en un día tan señalado como la víspera de los Reyes Magos.
Extraído de El Mundo (El Consejo Editorial, Lucia Méndez)
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